NAHIKARI CAYADO
DURANGO.Miércoles, 26 septiembre 2018, 02:00
«Era una noche de julio. Para nosotros una noche más, en el mismo barrio y en la misma compañía. Estuvimos bebiendo, y como siempre, cogimos nuestras motos para llegar a casa. El camino era conocido, ¿qué nos podría pasar? Mi mejor amigo y yo fuimos los primeros en salir... y le vi morir delante de mí». Con la voz temblorosa y los ojos enrojecidos recordaba Alex Ache aquel fatídico día en el que cambió el rumbo de su vida.
«Mi amigo se saltó un semáforo pensando que no venía nadie y se quedó literalmente incrustado contra la parte trasera de una furgoneta. Yo estaba asustado, tenía miedo, me quedé en shock, congelado, a 30 metros de él... No fui capaz de acercarme, solo de pasar cuando los compañeros, la ambulancia y la Policía estaban allí, y me fui a casa». Alex confesó que ese fatídico accidente fue la razón que le llevó a entregar su vida a los servicios sanitarios. Desde hace diecisiete años ejerce de enfermero en una ambulancia de la comarca.
Este desgarrador testimonio no fue el único que se pudo escuchar ayer en Durango durante la jornada de Road Show que se organizó en la villa para concienciar a los jóvenes de los peligros que conlleva la conducción temeraria. Sus palabras, al igual que las del agente de policía Javier Sánchez o el de Asier Luja, el subinspector de los bomberos de la Diputación, enmudecieron a los casi 600 estudiantes de entre 16 y 18 años que asistieron al acto organizado en San Agustín por la asociación Stop Accidentes, en colaboración con el Ayuntamiento y Trafpol-Irsa por la seguridad vial.
«Ocurrió hace doce años. Una pareja de durangueses de unos veinte años volvían de los 'Sanfermines' cuando colisionaron contra un camión y el vehículo cogió fuego, causando la muerte de los dos jóvenes. Lo más duro que he hecho jamás fue tener que ir a casa de uno de los fallecidos a comunicárselo a sus padres. Aún recuerdo lo fuerte que me latía el corazón y los gritos de la madre que se escuchaban desde el portal. No me gustaría que se repitiese, no os convirtáis en los protagonistas de una crónica negra». Así de directo se mostró el agente de policía local.
Los relatos de los agentes que intervienen en accidentes de tráfico se intercalaron con imágenes de siniestros y el testimonio de familiares y víctimas, cuya dureza se percibía en la oscuridad profunda de la sala en forma de silencio sepulcral. A continuación, tomaba la palabra Mikel Etxaniz, une azkoitiarra de 59 años sufrió un accidente mientras circulaba en bicicleta cuando tenía 40 años. «Estaba bajando un puerto de montaña cuando en una curva cerrada me vino una furgoneta de frente. Intenté esquivarla y me caí».
«Educar a la sociedad»
Mikel se quedó postrado en una silla de ruedas. «Cuando me desperté y vi que no podía mover las piernas, fue una sensación muy desagradable», recordaba ayer. No había cumplido un mes desde que regresó de un viaje a Grecia donde había estado con su grupo de danza. «Aquel accidente me cambió la vida. me quitó de pequeños placeres que nunca podré recuperar como son el caminar por la arena, sentir esa sensación de no gravedad en el agua, de poder caminar por la calle sin fijarme en los impedimentos o de simplemente poder abrazar a un ser querido», relataba.
La de ayer fue la séptima edición que se desarrolla en Durango, y como viene siendo habitual, entre los participantes se encontraba Rosa Trinidad, presidenta de la delegación en Euskadi de Stop Accidentes, con sede en la villa, y madre de Enaitz Iriondo, el durangués de 17 años que murió atropellado hace catorce años en La Rioja.
Rosa Trinidad hizo especial hincapié en diferenciar la violencia vial de los accidentes de tráfico. «Son diferentes términos. La violencia vial se puede evitar, por lo que exigimos cero víctimas en nuestras carreteras». Es por ello que reivindica penas de prisión para «los conductores responsables de violencia vial». Incidió también en la necesidad de «educar a la sociedad para que aquellas personas que conducen de manera irresponsable vean que sus actos tienen consecuencias».